Hacedores de Ruido, parte 3: el recorrido del distro, por Casa de Reposo

En esta tercera parte, conoceremos un sello que surge para gestionar a su única banda. Desde Cerro El Litre, Casa de Reposo se conforma para formalizar un proyecto musical, bajo la consigna de la autogestión, y para ayudarse entre amigues.

«Hacedores de Ruido» corresponde a una serie de artículos originales que buscan identificar y mostrar los procesos más orgánicos y autónomos de la música y su escena en el territorio.

Por Paula Castillo M.

En un ecosistema proliferante de proyectos vinculados al rubro musical, en la región dictan de vincularse a un –intento de– industria en pañales, aspirante de un modelo económicamente sustentable, profesionalizado y de intercambio.

Pero también, desde una “subcultura” que busca lo mismo con una fórmula propia: la autonomía de los procesos, la autogestión y el intercambio como modelo sustentable, y por sobre todo, de la generación de piezas únicas, para la colección y limitadas, que envuelven a la música en torno al mero concepto artístico.

Aquí es, donde en la cadena de la creación, y para facilitar las tareas de producción, posproducción, distribución y difusión; surgen los sellos discográficos distro y/o DIY, que se definen como sellos autónomos de distribución, donde surge la regla del hacer todo por ti misme.

Esta idea, más cercana a una ética de respuesta al mercado, resuena de los tiempos de la escena punk en Inglaterra a mediados de los 70’s, y ha sido la metodología vigente en zonas donde la organización cultural percibe de sus territorios y el reconocimiento de ciertas tendencias o vanguardias que no aplican en la industria, y para de pasada, machacar la norma.

En la actualidad, las redes consolidadas suelen ser territoriales, pero con alcance global. Esto, gracias al permiso que les han brindado los espacios virtuales y las redes sociales. Es de esta misma manera que en Niña Provincia hemos asimilado una docena de sellos y nombres locales, los cuales nos han permitido acercarnos de manera más orgánica a diversos proyectos musicales, además de procesos que involucran géneros musicales de nicho y tendencias sonoras en la zona.

Así es que surge “Hacedores de Ruido”, una serie de artículos originales que busca identificar, mostrar y difundir a los responsables gestores de este ecosistema musical, a través de sus procesos y motivaciones. Con el primer perfil de Homeless Low-Fi, y una segunda entrega con el motivante trayecto de Rata Sorda Rec, esta vez nos devolvemos al Puerto, o específicamente, al Cerro El Litre, territorio albergante de Casa de Reposo Records, sello autogestionado que nace de la necesidad de un grupo de amigues de formalizar, inicialmente, un único proyecto musical: Cola de Zorro.

Historia de la Casa

Casa de Reposo «de discos y eventos» o «Casa de Reposo Records» tiene la categorización de «sello discográfico» en su perfil de Facebook. Su alcance surgió a partir de Cola de Zorro y las tantas vueltas, etiquetas y vínculos que les relacionan a otros sellos similares de la región. Pero en definitivas, su descripción acuña que «es una plataforma dedicada al desarrollo, edición y difusión de materiales y eventos de músicas que van desde el rock, fusión, experimental, electrónica, psicodelia y post rock».

El sello, según cuenta su productor, Felipe Medina, nace en Valparaíso «como una necesidad» y su nombre se inspira de un poema de Ximena Rivas. «Surge primero como un espacio, y es el nombre que se le da a la casa de Pablo Rivera [integrante de Cola de Zorro] en El Litre en donde ensayábamos con Cola de Zorro (Cdz), y en donde también hicimos tocatas entre 2013 a 2015 por ahí. El 2015 lanzamos Khaikha con Cdz y no teníamos sello. Pensamos en armar esto [el sello], pero no nos dio el tiempo para poner una imagen o nombre, cosa que se oficializa en el siguiente disco llamado Soma (2018). Es en este trabajo en que como banda resolvimos dar un nombre anexo a la producción del disco; Soma ya era el tercer disco autoproducido, y decidimos usar el nombre de la casa para el sello, que también sonaba bien como un espacio donde reposaran nuestras producciones fonográficas», relata Medina a Niña Provincia.

Lo que comenzó como el sello para una banda, ahora se traduce en un equipo que trabaja para sus propios proyectos musicales y un par de proyectos amigos. Es por eso que desde el 2018 registran cuatro discos «y todos están vinculados a nosotros mismos: dos de Cola de Zorro y dos de los demás proyectos de quien escribe», añade Medina. Esto incluye su proyecto Los demás, con el cual en junio mostró en formato digital Sesiones en Casa (Vol. I),  y ahora en noviembre nada más, lanzó su segunda parte: Sesiones en Casa (Vol. II), como parte de un trabajo sonoro realizado en plena cuarentena. De proyecciones, por el momento, no hay planes tampoco.

Cuando se trata de difundir y mostrar sus resultados, han recurrido al cassette, el CD –así como lo hicieron con Soma– y la publicación digital desde el streaming con perfiles para las bandas y el perfil del sello mismo en Bandcamp.

Los procesos

Sobre los procesos, el entrevistado habla pensando en lo que ha sido planificar los trabajos de Cola de Zorro: «Siempre nos hemos autoproducido, lo que significa desde componer hasta gestionar el material físico que hemos lanzado. Y claro, son trabajos que van de dos a cuatro años, y que han sido los intervalos en promedio. Creo que para hacer trabajos autoproducidos es un tiempo que se ajusta a la realidad».

En otras palabras, el trabajo es en 360º para sus responsables. A nivel de producción musical, así como la grabación, las mezclas y masterización es a Felipe Medina que se le puede acreditar estas tareas –según las fichas técnicas de los discos–, quien ha compartido tareas de masterización, mezclas con colegas de su entorno, tales como el productor Jan Franco Stamatiu en Khaikha, o del equipo de CHT estudios, donde realizaron la totalidad de Soma. Artistas locales como el viñamarino Elilien Vergara, Rodrigo Acevedo y el equipo de Chasqui Ediciones, en tanto, se han involucrado en los conceptos gráficos y del cuidadoso arte de sus discos.

Los registros y grabaciones han surgido de sesiones en vivo y sesiones caseras, acudiendo a grabaciones en serie, improvisaciones y creaciones de ambientes con instrumentos y efectos. Es de hecho, para el reciente lanzamiento con Los demás que utilizó una grabadora profesional de voces y ambientes, Tascam DR-40, la cual que generalmente se prefiere para procesos de registros audiovisuales, por sobre producciones fonográficas.

Y si se trata de subir escalones con la gestión, en lo que refiere a la difusión y producción general de los proyectos de Casa de Reposo, sus responsables también han tomado responsabilidades con la realización de fechas en vivo, algo que como bien contaban en la historia del sello, se remonta a los primeros días de Cola de Zorro. Un aspecto incluso predominante en los procesos de presentar sus proyectos en vivo y que el sello les valió como respaldo. «Esto nace más que nada para tener un control sobre la producción y saltarnos los intermediarios», refuerza Medina.

En cuanto al estado de las cosas, el entrevistado comenta lo que han significado las actuales circunstancias para la autogestión y gestión cultural: «Ahora, en este contexto de pandemia la cosa se ha puesto más difícil claramente, pero bueno, hemos visto que los músicos tratan de persistir y reinventarse, pero es difícil en una país y en esta ciudad en donde no hay una industria cultural solida en donde poder situarse».

«Pero por lo que respecta a nosotros y otros que están más o menos en las mismas, y que venimos hace años manteniendo nuestro barco a flote con nuestras manos, el panorama sigue siendo la adversidad permanente, no es muy distinto. Se extraña la tocata en vivo, el concierto, etc., porque es ahí donde se genera todo. Pareciera ser que las tocatas serán una especie de resistencia», manifiesta Felipe.

— ¿Qué creen que es lo más complejo de autogestionarse?

Felipe: Que te acostumbra a las complejidades de la vida cotidiana. Al parecer vamos en una dirección social en donde todo ámbito de la vida tiende a a la autogestión y colaboración.

El entorno

Desde su «espacio de independencia», cualidad que más valoran en su gestión como sello, Casa de Reposo Records reconoce su posición «antípoda» de los valores morales o ideológicos dominantes, «pero en estos tiempos revolucionarios, los ordenes se van inviertiendo y los símbolos también», aclara Medina.

En el entorno y desde el trabajo con pares, Felipe realiza un diagnóstico con la lucidez de quien nos abre los ojos. «La cosa para los músicos se va moviendo cada vez más en esa dirección de la colaboración, al menos para la gran masa de artistas/músicos que hay gracias a internet en la red. Es lo que Ronald Smith me mencionaba como overground en oposición al underground. En este momento digital estaríamos en el overground, todo lo que se encuentra en la superficie, el problema no es que no se pueda hacer si no quien lo ve y da algo por ello».

De esta manera, la multiplicidad de formatos y la extensión de la brecha de redes resulta orgánico en la territorialidad virtual, lo que para Felipe Medina se traduce como la actual norma para el rubro y en términos generales: «La redes colaborativas son el medio para moverse en esta nueva era digital. Además que mantiene las relaciones a una escala humana de gente unida por el esfuerzo de mantenerse trabajando en que nos mueve».

Con esta premisa es que Casa de Reposo ha formalizado proceso de co-edición con el sello independiente santiaguino, LeRock Psicophonique, que ha ayudado a Medina en la edición de Sesiones de Casa Vol. I y Sesiones de Casa Vol. II con Los demás. 

La actual salud de los sellos y el trabajo de producción y difusión musical en estas esferas para el productor y presente gestor se traduce en «relaciones transversales» desde la autogestión. «Hay oídos para todas las tendencias. Es cosa de ir enlazando y también colaborando entre tendencias, un asunto que ha sido primordial en la historia de la música», responde.

En perspectiva, Felipe Medina retiene la relevancia de la colaboratividad y el trabajo consciente en los procesos, metodología que para él conforma el trabajo más sincero, hacia sí mismo y para el resto. «La valorización se va a acrecentar a medida de que se generen mayores vínculos entre los artistas y las audiencias. Pero creo que la manera de generar materiales artísticos de forma colaborativa y autogestionada va a persistir en las buenas o en las malas, ya ha sobrevivido harto tiempo y esto sólo nos hará más fuertes», concluye.