La música como expresión creativa de las violencias: Entrevista a Antonio Monasterio
Teatro IPA es el lugar elegido para presentar su nuevo trabajo en la región este 4 de agosto. Las entradas están a la venta.
Por Tania López Gallardo
Las Furias y el Mar (2023) es la puerta de entrada a esta conversación. Se trata del nuevo disco del sexteto porteño, en formato ensamble, liderado por Antonio Monasterio. Y es que fue hace sólo unos días que liberaron esta segunda producción a través de plataformas digitales, en paralelo a su presentación en vivo en Santiago, en Matucana 100. Con la experiencia de haber ejecutado este álbum en vivo, conversamos con el músico en la previa de su presentación en Valparaíso.
Metáforas e imaginarios de lugares orgánicos, inmensos y terrenales aparecen en esta obra de pasajes poéticos y sonoros que se extiende por más de 50 minutos. Una producción creativa que emerge del jazz y la fusión, entre piano, contrabajo, guitarra, guitarra eléctrica, batería, fliscorno, así como atmósferas electrónicas y referencias situadas como recursos sonoros. Es que si hay algo que guía este trabajo, es precisamente su conceptualización desde el cruce de lenguajes artísticos inspirados en la violencia: “Para mí ese concepto es lo fundamental. Siempre estuvo presente como hilo conductor en toda la música en el proceso de creación”, cuenta el músico a Niña Provincia.
Desde la construcción de escenas íntimas, el álbum plantea en su abordaje distintas perspectivas de ver y entender la violencia.
-Tania: Como una forma de hacer un paralelo, señalabas que tu trabajo anterior Centro y Periferia (2018) remite más bien a una conceptualización geográfica, aquella que permite situarnos en el territorio, en este caso Valparaíso. Pero, ¿cómo definirías este abordaje -también desde lo conceptual- de este disco nuevo? ¿Qué ideas lo nutren?
-Antonio: Si bien para mí el territorio es algo de lo que creo ningún creador se puede abstraer completamente -porque está siempre influenciando tus procesos-, en esta pasada intenté más que destacar, más que aparezca o más que sean imágenes sobre eso, que esta idea de la ciudad, del puerto, del mar fuera como una metáfora. Un imaginario que puede ser cualquier puerto del mundo, puede ser incluso no un puerto. Entonces, claro, ahí ya lo geográfico desaparece un poco porque funciona como una metáfora contenedora de estas cualidades que están siempre en lo humano y que se relacionan con lo violento, que son como esta fuerza gigante, inmensa, inmedible que puede tener el océano y el mar, y al mismo tiempo esa quietud y belleza que permite observarla.
Así es como tracks como “Confiar en el bosque” y “En la pupila revienta el mar”, que dan inicio a este trabajo registrado en Estudios del Sur durante el segundo semestre de 2022, develan este acercamiento simbólico hacia la rabia, la impotencia, entre otras emociones que son “(…) aparentemente destructivas, pero que también son muy constructivas en otras situaciones. La intención detrás de todo este disco, para mí, o las reflexiones que hubo, fueron en general observaciones generadas desde distintos lugares, desde distintas edades, y también desde distintos lados de la violencia, es decir, de entender de qué lado está uno y el otro”, enfatiza el músico.
Una mezcla de perspectivas que aúnan inspiraciones que emergen de nuestras violencias, hacia y con el Estado, por ejemplo, pero también con nuestras relaciones más íntimas, familiares, que también habitan en este proceso reflexivo y creativo que guió la construcción de este trabajo. Y así lo refuerza: “Esas ideas y visiones están todas bien desparramadas dentro del disco y que contenía también el lugar donde estas reflexiones suceden y qué reflexiones suceden. Entonces, así terminó todo en Las Furias y el Mar”.
T: ¿Y cómo se llevó eso a la composición?
A: A mí me ayudó bastante el hecho de armar los relatos esta vez, recurso que usé mucho más que en Centro y Periferia, por ejemplo, donde igual escribí algunas cosas, pero usé menos esos guiones. Al final, en lo abstracto que es el lenguaje musical, hay cierta tendencia a normalizar el lenguaje musical cuando uno trabaja y a transformarlo en algo muy práctico y productivo. Entonces, a veces como que no se habla mucho de lo que quieres evocar en el otro, sino que te preocupas mucho de que suene bien… y eso pasa mucho en el mundo de la música. (…) Entonces, para evitar eso o para abordar eso, yo creo que lo que hicimos desde el principio fue trabajar en el taller muy desde las sensaciones.
T: ¿Cómo se expresan estas metáforas que mencionas sobre lo natural, lo armónico, lo violento, por ejemplo? ¿Cómo se pasa de lo poético a lo compositivo y al trabajo colectivo?
A: Estos lenguajes son muy abstractos. En el fondo yo uso estos tópicos, ¿cachái? Como: “Esto es arena, esto es aquí, tenemos que sonar a inestabilidad, esto es noche, esto es…”. Son conceptos bien generales. Entonces, lo que pretendo hacer es que se piense en ese concepto cuando se ejecuta, y allí es cuando aparece algo. Pero ese algo, es lo que se construye en la colectividad del taller. Al final, para aterrizar todos esos conceptos, de llevarlos a que aparezcan en la música, es una sumatoria de abordajes, por decirlo así, desde lo personal, desde lo individual en la casa, desde imaginarlo así, para después comunicarlo en el ensamble y a través del grupo y después ya en la producción del disco, que ahí es donde se termina como de maquillar y de entregar esa sensación.
De sentir político a la música
Bajo la producción de Matías Saldías, músico y productor de Sello Mescalina -quien también ofició en la mezcla- este álbum transita en procesos de inspiración íntimos, pero también en escenarios sociológicos en torno a hechos recientes.
T: Si bien entiendo que pueden haber momentos íntimos que se llevan a la composición, sí hay un elemento común y que es parte de un contexto sociopolítico: el 18 de octubre, lo que sucedió el 2019 en este caso, y que tiene relación directa y explícita también en el disco. ¿Cómo viviste tú ese proceso como para llevarlo a la creación musical?
A: Yo creo que la música que más relación tiene con eso dentro del álbum es “Las Fieras”, que es el tema que cierra el disco. Y claro, que habla un poco de esa idea, de la violencia desatada, sin ningún freno, a todo lo que podemos llegar en esa pulsión de lucha. Había un sentimiento de colectividad gigante cuando abordamos eso. Todos lo vivimos.
T: ¿Y qué significó ese momento?
A: Lo viví muy activamente, desde la calle misma y también desde trabajos más activos, trabajé en una coordinadora. Fue un momento donde me reactivé políticamente, porque igual el 2011 estuve muy metido en el movimiento estudiantil, y de antes también.
Con experiencias previas, en periodos de estudiante tanto en la región como en otros territorios, el autor de esta producción revivió aquel trabajo asociado a activismos, entre la calle y un eje organizacional y colectivo, que estuvo siempre presente, pero que para ese entonces se manifestaba con otros tintes: “Esta vez hubo miedos que yo no había tenido antes, el sonido, el picor del aire, se transformó en un recuerdo muy extraño, de emociones fuertes y violentas, de miedo, después de eso, ir al encierro fue como: ‘esto es algo que no se puede no pensar, si voy a hacer música encerrado, no puede pasar que esto se te olvide, ¿cachái?”.
Este periodo que constituye como momento movilizador del músico, desde lo creativo, también traspasó al ejercicio colectivo, entendiendo que cada uno de los músicos del ensamble vivió y experimentó ese periodo de diferentes formas.
Cada una de esas ideas e inspiraciones de Las Furias y el Mar termina de unir sus piezas desde lo conceptual con el trabajo asociado al arte de disco, a cargo de Nadia Gallardo, en diseño; y Sebastián Mancilla, en fotografía, quienes materializaron cada una de estas ideas matrices en el desarrollo gráfico. Lo anterior, se suma a la puesta en escena, aquella que integra a su show el trabajo con visuales, iluminación, y recursos sonoros que contienen este momento en vivo junto a Antonio Monasterio, en guitarra acústica traspuesta; Cristian Baltazar, en batería; Felipe Ovalle, en contrabajo; Nicolás Reyes, en guitarra eléctrica; Alejandro Pino, en fliscorno; Joaquín Fuentes, en Piano; y Claudio Rubio en saxofón.
Todo ello, será presentado este viernes 4 de agosto, a las 20 horas, en Teatro IPA, en Condell 1345, en lo que será el lanzamiento en vivo de este disco en la región. Si quieres conocer detalles de este evento, así como adquirir las entradas, puedes hacerlo a través de Portaldisc o visitando las redes sociales de Antonio Monasterio Ensamble.