La cara de Natalia, el sello de Flores. Entrevista no tan entrevista con Natalia Flores

Acaba de sacar su tercer disco y con formación nueva, algo así como las Avengers musicales de la región de Valparaíso. Hablamos de un montón de cosas con ella: Natalia Flores.

Por Paula Castillo.

Esta entrevista la hicimos hace rato. Apenas la Naty tuvo confirmación de la salida de su disco. Aunque fue lo último que corroboramos en la conversación. Nos juntamos un sábado, de pleno marzo, en el único café que hay en el centro de La Calera, a tomar desayuno y para ponernos al día. Porque ya después de tantos años, una se conoce con la otra. Compartimos amigues y contactos en común. Pueblo chico, le dicen.

Ahora vamos a lo que nos convoca. Su banda Flores viene presentando su tercer disco después de La Intimidad de los Peces (2021) y Aporía (2022), pero al escucharla se siente como un despertar. Sintomatología reúne elementos propios del pop, post-punk, el rock argentino –sí, con esa etiqueta–, shoegaze y la cantautoría, con efectos en voces armoniosas, sintes y muchas cuerdas. Hay colaboraciones, también: en sus 16 temas, tiene «Fantasmas», con Seba Encina; «Tú», con Cristal Espinoza; «Qué Sacan», con Calcopiritas; «Decidí Levantarme del Suelo», con Gabriel Mutis; y «Maldad», con itamaldita.

Y es que, además, la agrupación es nueva, conformada solo por mujeres, y de la región de Valparaíso, con la presencia de Ita Maldita (guitarra y segundas voces), Camila Basáez (bajo), Maca, ex integrante de Por Mientras (teclado), Qaylla (bateria) y su vocalista, Natalia Flores (voz principal y guitarra). Aunque en estos momentos se encuentran en un proceso de conocerse, tocar juntas y afiatarse, traduciéndose en una espera que podría tomar hasta inicios del segundo semestre para verlas en vivo.

La primera pregunta va al grano, porque lo había anunciado cuando sacó «Tu Corazón Perfecto», uno de sus primeros singles de esta era. Habla del lesbofeminismo con prosa y elegancia.

– ¿En qué momento te hizo sentido el lesboerotismo como concepto para lo que es el disco?

Natalia: Bueno, siempre he tenido esa cuestión, po. Hay canciones en otro disco, igual, que hacen referencia a eso, como «Más que amigas», la misma «Aporía» o «Panadería». Siempre que hablo como de weás amorosas, hablo de una parte lésbica, porque obviamente son las relaciones que mantengo, entonces sería difícil no hacerlo así, y porque también me representa. Pero quería hacer algo más erótico, porque sentía que me gustó el camino que fue tomando la Javiera [Mena] en Nocturna, donde hay algo más erótico ahí en comparación, por ejemplo, al Esquemas Juveniles o a lo que hizo en Mena, que igual es un tema del tabú en sí mismo, que significa ser lesbiana. Ese es un micro tabú súper grande. Es como esta cuestión de «ya sí, acepto el tema del lesbianismo, pero que no se demuestre un afecto delante mío, ni haya una muestra erótica sobre eso en ninguna parte», ¿cachai? Entonces quería explorar un poquito ese tabú y no se po, las lesbianas igual tienen sexo, ¡Hola! Con ese sentido.

Las típicas barreras de ser música

Más querida que odiada, no se le puede negar a Natalia Flores que ha practicado con perseverancia el arte de autoproducirse en todas sus áreas. De hecho, ella misma se produjo este tercer disco, lo grabó sola –con la ayuda de sus amigues– y lo lanzó desde La Calera, como lo viene haciendo desde sus tiempos con Oceánica, hacia el 2019. Para vivir del arte, la cantante se las arregla cuidando niñeces, apoyando musicalmente proyectos paralelos –esta semana lanza single a medias con Dalia Gal «Gracias X Venir»– y haciendo de las suyas en el colectivo artístico Basura Moderna. De que hay un costo, hay más de uno.

– ¿De qué manera se vive de la música siendo mujer, disidiendo y viviendo en La Calera? Practicando la territorialidad con todo lo que conlleva.

Natalia: Chucha, es terrible. Es que como lo dijiste, o sea, es la peor mezcla de weás. Pero yo creo que, igual… La Javiera Electra tuvo una entrevista hace poco en un matinal y decía algo así como de la resistencia, igual po. Y una vez también lo hablé con la Alondra Noctvrna, que es durísimo. Es duro planteárselo así, como caminar por fuego. Porque claro, hay un contexto culiao’ de género, de ser mujer en el rubro, que ahora se patentó, también o por ejemplo con lo que pasó con Cancamusa, que todavía sigue habiendo un tema po, ¿cachai? Porque pasan los años y pareciera que eso se va resolviendo, pero de repente sale Cancamusa tocando batería y es como «oh, las mujeres tocan canciones». Y no sólo eso, sino que «oh, ella no solamente toca batería para Los Bunkers, sino compone y tiene un disco». Entonces, esas cosas todavía se siguen dando, y ser mujer sigue siendo complejo; sigue habiendo un porcentaje menor de mujeres moviéndose en el rubro de la música y teniendo espacios, sobre todo, dentro de ella: en los festivales, en las radios mismas, en los medios incluso. Entonces sigue siendo un conflicto.

– ¿A ti cómo te ha tratado la escena, por decirlo así, siendo mujer y con todas estas características que te rodean?

Natalia: Yo creo que la escena no ha sido no ha sido tan despiadada, digamos, porque igual la gente que se mueve ahí, no es –al menos la que me ha tocado vivir a mí, en realidad, eso creo que es importante señalar– no ha sido tan terrible, pero si al comienzo igual sentí caleta eso. De hecho, creo que lo conté en la crónica que hicimos, de que había harto miramiento sobre la voz, ¿cachai? Y hubo un momento, cuando recién saqué los primeros temas, de comentarios directamente en mala onda, así como «esta weá es una mierda» en YouTube.

Y agrega: «También sobre el sentimentalismo que rodean mis canciones, que eso es muy machista, también. De no poder expresar ni una weá que sientas, porque es gay. Entonces eso también se dio mucho, por la forma en que escribo también, por las weás que hablo. Yo creo que, en ese sentido, ha sido un poco complejo. Es música cursi. En ese sentido, creo que se nota un poco, y también en los espacios, yo creo. Y lo que más me afecta, a mí, como en términos de difusión y de llegada a la gente, es el territorio, a cagar. Definitivamente esa weá se me complejiza todo. Yo creo que si estuviese instalada en Santiago, –bueno, con los cabros de Invisible hablamos un poco, de que se está notando mucho que Valpo es un padecimiento, de hacer música en Valparaíso– sería demasiada cuática la diferencia. Cuando vay a Santiago, con la conexión que tení con la gente, la cantidad de gente que llega, la cantidad de gente que está interesada en escuchar música y bueno, mucha gente ya finalmente decide un poco entregarse y alejarse y hacer carrera en Santiago y chao.

– ¿Has pensado en migrar?

Natalia: Oh. Fuerte pregunta. Sí, igual sí. Igual pensé en irme a Santiago, pero creo que sería terrible para mí como persona. Como artista sería la zorra, o sea, tendría caleta de contactos, se está dando todo allá. Hay harto movimiento. La mayoría de la gente que me escucha, en Spotify, es de Santiago, entonces para mi, en términos de mi carrera sería bueno, pero yo no sé si como persona sería feliz, no sé si soportaría ese ritmo de vida.

Una autoconsejera

Entre medio, nos dimos una vuelta por el hate en redes sociales, porque es un tema sensible para Natalia, pero asume que nadie es monedita de oro; hablamos de sus influencias y de cómo Expertas en Nada se ha transformado en su soundtrack cotidinado, o de cómo agradece convivir espacios artísticos con artistas como Javiera Electra: «Es impresionante poder convivir generacionalmente con esa gente y toparse con ella po, ¿cachai? La Javiera igual es alguien que me inspira caleta, en términos de la sinceridad. Bueno, puta, me gustan puras funados, pero el Cristóbal [Briceño] a mí también me ha tocado así caleta, weón. Nos hemos hecho como amigos con el tiempo y nos hemos entendido en ciertas cosas, y compartimos ciertos gustos. Yo también soy súper vieja culiá para algunas cosas, como fanática de The Beatles, y como de weás que ya cada vez se dan menos», cuenta.

Todas esas vueltas nos refieren al disco nuevamente, porque, al final de cuentas, es el reflejo de todo lo que consume y adhiere Natalia, para bien o para mal. 

– En la promoción de tu single reciente hablas de una placa madura. ¿En qué aspectos crees que este proceso creativo ha confluido comparándolo con anteriores procesos?

Natalia: Yo creo que eso tiene que ver con la edad, igual. Yo siento que se van sintiendo los 30, y una va teniendo como ya cierta estabilidad frente a ciertas ideas, ¿cachai? Bueno, se van abriendo otras 1000 preguntas, pero yo creo que tiene que ver con eso, como con un poco de entender que, de hecho, en el feat por ejemplo que hicimos con el Gabriel Mutis, en una parte digo así como que la vida tiene una manera, y que su manera nunca te va a dejar en paz, y que uno tiene que aceptarlo o no aceptarlo te hace hundirte un poco, ¿cachai? Y uno se pega cabezazos contra esa pared que no podí derribar. Yo creo que la madurez tiene que ver con entender eso, que hay cosas con las que no se puede luchar, que son parte como de la misma existencia, en el fondo. Y también hay otro tema del disco que se llama «La Condición Humana», que se la hice a mi tío porque su mamá murió y él tuvo ganas de morirse, también. Yes como la gente que nunca, nunca ha pasado por una depresión, entonces es como fuerte verlos pasar así: la persona no depresiva de la familia están en depresión.

«Entonces, a raíz de eso, yo dije «ah, pero esto ya no tiene que ver con solamente un trastorno, sino que tiene que ver con la condición de ser humano, po». Entonces yo creo que el disco también viene un poco afiatado desde ahí. Bueno, yo siempre me tiro su corte existencialista, pero en este disco quizás viene más claro, y a decir cosas más certeras», extiende.

– ¿Es más concreto?

Natalia: Yo creo que las letras sí. No me hago tantas preguntas, es como que estuviera dando consejos.

– ¿Tú sigues tus propios consejos? Porque tú das hartos consejos en las letras.

Natalia: Sí, si sé. Puta, no. No me hago caso en todo, pero en algunas cosas sí. Aunque si lo escribí en algún momento, igual es porque me hizo sentido a mí misma en ese punto, ¿cachai? En algún momento. Y lo debo haber practicado, po. Mi problema siempre tiene que ver con sostener las cosas: sostener la dieta, sostener el ejercicio, sostener la no adicción a la cocaína, sostener la weá. Ese es mi problema, sostener el hábito en el tiempo. Aunque con la música es diferente. sí. Yo creo que ahí saco todo lo TOC que tengo.

– ¿Cómo ha sido este proceso de de salir a los medios y de desdoblarte del rol de Natalia Flores y ser Flores?

Natalia: Con el lanzamiento del single «Tu Corazón Perfecto» me pasó mucho eso, porque llegué a muchos medios que no había llegado antes, incluso a prensa extranjera –bueno a propósito que estoy haciendo la prensa con una agencia y eso igual ha ayudado al alcance, obviamente, por si es lógico–. Y claro po, he tenido que hacer de personaje, a veces, y es raro, sí, es raro tener esta doble personalidad. Siempre es raro tener una carrera musical, siempre es raro ser otra persona, pero a la vez yo siento que tengo cierta ventaja, porque yo me parezco mucho a Flores, pero también la gente tiene en su imaginario como una weá mucho más simpática, digamos, como lo lesbiano, lo rosado, lo pink, aporía y la weá. Y la gente que ya está más cerca mío, mi círculo más íntimo, sabe que es más duro, como sabe que yo soy la persona que me quedo con el Emilio [su amigo] hasta las 5:00 de la mañana viendo Huevito Rey, cuando ya el Rubén [otro amigo] ya no nos soporta. Entonces, claro, de repente yo no correspondo tanto a ese imaginario que tiene la gente, pero yo lo construí po, entonces también hay algo mío.

– Tienes una responsabilidad finalmente con eso.

Natalia: Sí po, hay una representación a cagar. Y la Franchi [otra amiga] no me perdona más, si no saco un tema más de lesbianismo. La Franchi es la polola de la Ita [integrante de Flores], y es súper fanática de Flores. Bueno, la mayoría de la gente que es fanática, porque tengo un par de fanáticas que deben ser como 10 personas que tienen una obsesión con la weá, es fuerte. Y claro, la mayor representación tiene que ver ahí con el tema del lesbianismo y la weá. Y hay otro segmento que tiene que ver con mi personalidad, también, que les gusta que sea pesada y yo digo «¿cómo te va a gustar que sea pesada?, weón enfermo». Pero sí, comparto estas dos weás, que es como la Mena y Charly García mezclados, y mal mezclados, y nazco yo.