Hammuravi, presentando ‘Fuego Negro’: Serendipia de un accidente
Este lunes, Naty Lane lanzó el primer disco de larga duración con su proyecto musical. Un trabajo que nació de las reducidas posibilidades de movilidad que le dejaron una fractura en su tobillo, y el retorno a la casa de sus padres en pleno inicio de la pandemia. Buscando el ingenio, encontró nuevos sonidos, lo que se tradujo en 8 canciones y también su recuperación.
En Niña Provincia conversamos con la artista porteña, sobre los propósitos de este álbum en nombre de su proyecto más personal.
Por Paula Castillo M.
Fotografía portada: Danilo Vergara.
Iba a ser el viernes, y teníamos todo listo para salir con esta entrevista. Pero un error con Spotify, un par de horas antes, puso en alerta a Naty Lane, quien nos pidió aguantar esta conversación hasta el lanzamiento. Aún así, ese mismo día por la noche, tuvimos la oportunidad de presenciar la primera escucha de Fuego Negro, su esperado segundo disco con Hammuravi, desde las redes de su sello, Hiss Records.
Compositora, instrumentista, productora, escritora, mujer creativa. Naty Lane pasó del lanzamiento de Animita (2020) con Adelaida a su proyecto musical más personal. Esto se trata de vulnerabilidades, trascendencias, creencias y tradiciones: “Fuego Negro es el exorcismo de mi propia vida, quemarme por dentro, depurarme”, expresa Naty Lane en su presentación oficial.
Sucesora de su epé debut, Espesura (2015) –que relanzó el año pasado–, esta primera largaproducción se trata de 8 canciones y 8 interludios «conectores», que se inspiran en la “aceptación y reconocimiento de situaciones personales, como las relaciones familiares, las relaciones de pareja, de amistad y sentimientos relacionados con la muerte y la visión de ésta como renovación de la naturaleza”, añade la artista. En este presente tracklist, van incluidos sus dos sencillos presentados entre abril y mayo de este año: «Limbos» y «La Ciudad», donde se aprecian estos primeros acercamientos a la vibra estética de este concepto que se resume como su lado más personal.
Sonidos con sentidos
Es algo así como una cuestión de serendipia, o la “circunstancia de encontrar por casualidad algo que no se buscaba”, en este caso, el sonido. Durante pleno proceso de creación y composición del disco –en abril de 2020–, Naty Lane tuvo un accidente: se cayó, se quebró un tobillo y la intervinieron con tornillos. Eso la obligó a volver a la casa de sus padres en Quilpué, donde estuvo recuperándose un par de meses.
Y como ya no podía practicar tanto con sus instrumentos, se dio el espacio de experimentar y dejar toda su voluntad en el espacio creativo, transitando hacia lo etéreo, y esos anhelos del inconsciente –que ella ya adelantaba en la presentación de sus sencillos– para volver a un espacio terrenal, con elementos y artefactos que surgen del ambiente. Así fue que se inspiró en los sonidos populares de los 90s, entre el dream pop, noise, folk y ambient, la experimentación en sonoridades orgánicos y registros artesanales, incluyendo percusiones, cuerdas y artefactos varios, para dar con el resultado de un relato sonoro que, entre piezas musicales e interludios, se extiende con delicados arreglos y al final, con un toque de rock.
“Me gustaba la idea de que fuera un poco más electrónico, pero después pensé y ya había hecho algo así con bases con lo anterior. Entonces, hacer algo igual no significaba un gran desafío, o un gran esfuerzo. No era muy atractivo tampoco para mí. Así que bueno, pasó lo del accidente, que me obligó a estar en cama, sin poder moverme, y como que solitas las cosas se fueron dando. Empezaron a aparecer nuevas composiciones y ahí ya empecé a cachar más o menos pa’ donde iba esto”, enuncia Naty Lane sobre cómo comenzó a manifestarse su disco.
– Ahí fue cuando ya asumiste que el disco iba a ser instrumentalmente inédito por decirlo. En este proceso de estar en tu casa, de estar recuperándote.
Naty Lane: Claro. En el fondo, lo que pasa es que quise mantenerlo lo más fiel posible a una sonoridad rústica, hogareña, en la cual se habían hecho las canciones, y fue con guitarra acústica, guitarra de palo. Entonces, no quería que se perdieran mucho esa esencia, por eso me hizo mucho sentido también con todo lo que pasó; mantener esa sonoridad y seguir trabajando el disco de esa manera.
– Sobre eso mismo, cuéntame cómo fuiste dando con los instrumentos y otras herramientas, las cuales tú has llamado «elementos rústicos».
Naty Lane: Son elementos, por ejemplo, en el caso de las uñas de cabra, que es un sonajero de uñas de cabra – y que se usa harto en el disco–, es un instrumento que descubrí hace tantos años atrás, en el 2011, más o menos. Resultó que con la banda Fatiga de Material, en la que tocaba antes, musicalizamos un libro y ese libro era un trabajo más ambiental, entonces ocupamos ese sonajero de uñas de cabra, y de ahí me quedó gustando mucho, mucho el sonido, porque es un sonido natural, relajante y también atmosférico.
También está la guitarra de palo, que le llamo yo, que es la guitarra acústica que está presente en todas las canciones, y otros elementos también: como las claves, que son estos palitos de madera; el huevito, también, y el pandero que son accesorios sonoros que corresponden más al trabajo acústico, o como de ese estilo.
– ¿Y echabas de menos el bajo al principio? ¿En algún momento sentiste que te hizo falta? ¿o fue más bien orgánico en torno a estos elementos rústicos?
Naty Lane: La verdad es que no lo eché de menos (risas). No lo eché mucho de menos al comienzo. Me volqué en el tema del desarrollo de las guitarras, porque me daba más curiosidad, y sentía que era más desafío. Pero claro, el tema del bajo igual después lo empecé a trabajar ya cuando estaban las canciones o la estructura más definida.
La grabación fue gestada durante plenos meses pandémicos entre Valparaíso, Santiago y Concepción, con todas las canciones a cargo de la composición de la misma Naty. Fuego Negro fue producido por Naty junto a Jurel Sónico (a través de Hiss Records) y con la presencia de Rodrigo Gutiérrez. Entre sus invitades musicales, de más está decir que hay amigues notables, de bandas contemporáneas y cercanas a los proyectos en los que Naty ha colaborado. Luis González (Mortenzen), Elisa Montes (Slowkiss), Flavio Zárate (Aramea), Paulina Bravo (La Yegua Negra), Maximiliano Mendoza, Cristian Poblete (Tosías) se adjudican esta ficha técnica. Aquí, las dinámicas se centran en las decisiones de Naty, y Jurel, como inseparable compañero creativo, desde lo que hacen con Adelaida, opera en esta etapa con su visión creativa y como músico acompañante.
– Jurel aquí se concentró en su posición de productor y a la distancia. ¿Cómo marcar la diferencia, por ejemplo, respecto a lo que hacen con Adelaida?
Naty Lane: A ver, en Adelaida, principalmente Jurel es el líder, o sea, no es que nosotros no podamos opinar ni podamos componer, pero él es quien generalmente compone casi todas las canciones. Entonces, es una forma de trabajo diferente, porque nosotros entramos más, quizás en el trabajo de entrar a picar, de los detalles de los arreglos y ese tipo de cosas. Entonces ahí es un poco más diferente el trabajo, porque en Hammuravi es más decisión mía, se podría decir, que es lo que se hace. Y también las composiciones son realizadas por mí.
Resignificar la experiencia
Cuando hablamos con Naty, la región todavía se encontraba entre fase 2 y 3, y con una población adulto joven que recién se estaba vacunando. Con todo esto, Naty ha sido prudente con los espacios, las normas y los tiempos. Su próxima tocata presencial será con Adelaida este sábado 28 de agosto en el Jardín Botánico de Viña, y el sábado 4 de septiembre presentará Fuego Negro en vivo –consultar entradas directamente con ella desde aquí–, con aforo reducido en el estudio Área Chica HomeStudio de Valparaíso, con Juana Ácido como invitada.
Antes de estas fechas, en junio había tenido la posibilidad de volver a presentarse en vivo, desde la terraza del Espacio Dimalook, en Cerro Alegre. Lógicamente, allí se apostó por aforo extremadamente reducido y todavía no se aplicaban normas de aforo con pase de movilidad. “Por ejemplo, teníamos que cargar el auto con las cosas, y que no llegaba el Uber o no sé, ‘ay, ¡estamos atrasados!’, corriendo con todo. Y de repente, me vi conectando cables, muerta de calor y fue como ‘ya se le había perdido el ritmo a esta cuestión’”, cuenta la música sobre lo que fue este primer re-encuentro en vivo.
De hecho, en la conversación, comentábamos ideas que veíamos en el mediano-largo plazo –pensando en el verano, que aún no llega– y que, con la campaña de vacunación y los actuales protocolos, se aceleraron. Y lo que, de hecho, permitirá las fechas que tiene programadas.
– ¿Cómo crees o percibes que se reformuló la experiencia de la música en vivo en torno a estos tiempos pandémicos?
Naty Lane: Hay que adaptarse no más al contexto y a lo poco y nada que se pueda hacer y seguir haciéndolo, y tomando no más las oportunidades que se den, porque yo creo que la única manera de sobrevivir es adaptarse a lo que hay ahora, no más. A mi, por ejemplo, el tema del streaming o ese tipo de grabaciones no me gusta mucho, no me acomoda, porque soy un poco lenta con el tema de la tecnología y me aterra que se vaya a caer la transmisión, o que pase algún desperfecto técnico, y ya de pensarlo me estresa. Yo creo que debe ser porque vengo más de la vieja escuela, de las tocatas, de los bares y ese tipo de espacios. Más real, se podría decir. Más cercano a las personas.
Naty agradece que la pandemia no le haya tocado vivirla hace 10 y 15 años atrás, cuando estaba comenzando a desarrollarse en lo musical. En retrospectiva, agradece haber vivido todo tal cual se dispuso. “O sea, yo veo como es súper frustrante, por ejemplo, con la banda Aramea, que son los chicos con los que trabajo, y que son diez o doce años más jóvenes que yo, y ellos están en este momento de frustración, de haber hecho un disco y no haber tenido la posibilidad de lanzarlo en vivo como uno espera, con el feedback de la gente, con la energía del momento y no a través de un video. Entonces, también por ellos, espero que se pueda generar nuevas instancias para para tocar en vivo con la seguridad que corresponde”.
Y si se trata de mantenerse vigente, Naty no va a perder las oportunidades de mostrar su música, incluso siendo lejana a los nuevos formatos. Para ella, se trata de avanzar y manifestar su propósito a través de sus creaciones. «Aunque claro, no es la ambición de este proyecto ser famosa o reconocida. Yo soy súper, en el fondo, poco pretenciosa en ese sentido. Ya para mí, es un éxito y un logro personal y espiritual el poder haber hecho este disco. Y en las condiciones en las que uno está trabajando ahora, que es difícil, porque te planificas, pero las cosas pueden cambiar de un día a otro, muy rápidamente, y eso te obliga a repensar las cosas, tienes que lidiar con el tema de la frustración. Así que, en ese sentido, seguir dándole no más”, culmina.