Flores y su disco debut: «Hay una idea de que el proceso creativo es terapéutico, pero a ratos es medio tortuoso»
Natalia Flores salta en solitario después de un año de trabajo musical, creativo y gestor, para presentar su primer epé: La intimidad de los peces.
Flores conversó con Niña Provincia sobre este hito y las existencialidades que particularmente rodean esta obra.
Este viernes, y después de una dilatada espera, Flores dio el salto: su primera producción La intimidad de los peces salió por el streaming con 10 temas originales –incluyendo 3 demos–, completando así más de un año de trabajo en solitario, posterior a la era musical con su banda Oceánica, y en lo que significó un encuentro con nuevos sonidos durante pleno aislamiento pandémico, las dificultades de la autogestión –desde su casa, en La Calera–, y sus consecuencias de toda índole.
«El disco [EP] es un compendio de música que viene a cumplir una utopía personal. Un intento mío por darle un horizonte audible a mi mente y mi intimidad. A lo que allí sucede», es como lo presenta su responsable, Natalia Flores de manera oficial. Para ella, se trata de dos caras que conviven, con la locura y la destrucción de la razón; así como las emociones, con el dolor, la tristeza y el amor. Pura humanidad.
De hecho, es muy habitual dar cuenta de figuras retóricas, imágenes y elementos simbólicos que nutren las composiciones de Flores, y que la extendido de su oficio poético. Es por eso que en conversación con Niña Provincia, explica los alcances de sus letras. «En este trabajo en concreto se encuentran al menos tres elementos: el consumo de alucinógenos –aquí es donde entra a jugar Alicia [parte del tema «Alicia y Yo»]–, la expresión melosa y casi sagrada del amor; y por último, lo que llaman lo-fi. En recursos, en intención, en todo, yo creo. Hay cosas que grabé con el celu, de hecho».
Es entonces, a partir de este trabajo doméstico, que emerge sin ambiciones de un master y más bien, para buscar evidenciar un proceso que quería registrar y autoproducir para después ir mejorando. Aquí la apoyó Juan Fernández, productor de Valparaíso, en la masterización, mientras que se ha apoyado en Sello Invisible en términos de gestión extramusical.
– Cuando comenzamos con la nueva versión de nuestro sitio, en agosto, Flores surgió como una de las primeras pautas que tomamos porque coincidió con la presentación de tu proyecto. ¿Cómo ha madurado o transcurrido el proceso hasta hoy, con el lanzamiento del disco?
En ese momento tenía prácticamente todo este disco hecho. Pero sí durante todo este tiempo, quizás desarrollé mejor algunas ideas o incluí cosas como «Hollywood Pobre», que es un remix [con samples de] de Madonna y Lemebel. Aunque en estos momentos el EP está un poco por detrás mío. Ya estoy grabando cosas nuevas, haciendo colaboraciones. Con el Seba Encina, por ejemplo. Eso sí, hablo de Flores. También he estado haciendo otras varias cosas en la música, pero ya me alejo un poco de lo que hago sola.
Crear entre el encierro y la escasez
«El otro día miraba un meme del proceso creativo. Y claro, hay una idea de que es muy terapéutico, pero no siempre es así. También a ratos es medio tortuoso. Lo que sí, claro que ayuda a expulsar algunas cosas. El tiempo en que hice todo esto, fueron mis tiempos de más encierro y de más escasez. De hecho creí en un momento que no era un trabajo digno de compartir. Por algunas falencias «técnicas». Pero ahora lo veo como un logro, debido a las circunstancias y también a su honestidad. Podría no haber hecho nada. Pero al contrario, si hice. Me repuse y lo hice», reflexiona Natalia sobre las dificultades y el contexto en que surgió la grabación y producción del disco. Estas ideas fueron la que inicialmente inspiraron uno de sus primeros temas, «When you sleep».
Aquí es donde se apropia del rugido pop para llevarlo a la esencia de la baja fidelidad, con el cual nos transporta a espacialidades sonoras, entre el synth, el dream y el electro, utilizando instrumentos y recursos ingeniosos, con el uso de su guitarra de palo, samples, melódicas, sintetizadores y hasta una botella de arroz.
Encontrarse con este sonido dice que «es complicado» y que mientras mas canta o dice, queda más desprotegida: «Por ejemplo, con «Los ángeles viven en el campo», me pasa que me avergüenza escucharla a ratos [risas]. Pero es netamente porque es super meloso e íntimo. La intimidad, ese es otro tópico de todo esto. Aunque honestamente creo que este EP es un pop, pero muchisimo más arraigado a lo creativo que a lo comercial. Eso sí, haberme acercado tanto a Mecano, me hace desear ese pop de radio. Lo quiero y quizás en el próximo disco de Flores vaya a por eso», manifiesta la música.
– Y con eso, justamente se descubrió Mecano en todos sus matices. ¿Cuál es la incidencia o influencia de la banda en Flores?
Yo creo que esa influencia no es notoria aun musicalmente. Porque Mecano me golpeó fuertemente cuando este EP ya estaba más o menos terminado. Pero la estética de las fotos, de la portada incluso, está fuertemente influenciada. Ese Mecano del 80, que es muy como comerte un groso. Barco a Venus. Me encanta. De hecho estoy armando la Banda de Flores. Porque quiero sonar como Mecano y siento que es necesario armar la banda. Para este EP quería ser Syd Barrett. Ahora quiero ser Mecano.
– Cuando hablas de la existencialidad y lo real en la descripción del tema «Alicia y yo», –sobre todo a partir de la idea del libro [de Lewis Carroll] y la utilización de alucinógenos–, ¿con qué cuestionamientos tuviste que lidiar para dar con una idea creativa y musicalmente coherente, respecto a la exposición que tuviste a la lectura, el viaje y sus reflexiones?
También es algo que debe ser expulsado. Estuve harto tiempo viviendo en esa dimensión de los alucinógenos. Digo dimensión, porque en verdad todo es diferente. Lo real se rompe. Hay nuevos colores, nuevas formas, nuevas sensaciones. Nueva razón. Estuve muy inmersa en eso. Me perturbaba tanto la imposición de la razón, de algunas lógicas en específico. Quise ser Alicia un poco, pero en la música. Recuerdo haberles mandado algunos avances a amigues. Y la reacción era como muy incómoda a ratos. Mis amigues suelen dedicarse también a la música. Entonces a veces era como: ¿No creí que pueda ser menos experimental? Y sí, pero no quería. Entre menos te entre mi música, debe ser que me estoy alejando más de la razón. Entonces se cumple el objetivo. Igual hablo de «Alicia y yo» o de «Introducción al arte», temas en los cuales es todo muy desde el caos.
Por lo pronto, el desafío de Flores ahora reside en conformar su propia banda y «generar un disco pop al nivel de Mecano», aunque reconoce que lograr ese sonido y capacidad lírica por sí misma es complicado. Incluso ha pensado en nombres, como el de Emilio Miranda (bajista en La Divina Visitante) o Sebastián Encina (tecladista). Además quiere mejorar su producción, algo que necesita «explorar con mayor cuidado», dice. «Siempre hay mucho por hacer, mucho por mejorar, mucho por aprender, pero yo no soy de tapar procesos. Pueden ver de dónde vengo. Y todas las falencias. No necesito mostrarme cómo una música extremadamente prolija. Ni necesito tener el podio con mi primer trabajo. Tampoco tengo la plata. No olvidar nunca que así funciona el arte en Chile. Hasta hoy, al menos», finaliza.