Entrevista con Travis Moreno: “Cuando dejamos de tocar con guitarra, nos prometimos hacer esto lo más serio posible”

Holograma (2019, Persea Sello) fue el último trabajo que lanzaron los quillotanos en plataformas digitales, además de shows en Buenos Aires, Santiago y Concepción. Y fue en esa, en la previa de su presentación en Valparaíso, que les entrevistamos hace ya más de dos meses, todo antes de la revuelta social en el país.

Mediados de octubre. Nos encontramos en la plaza de Quillota. Ya poco y nada recuerdo cómo estaba el día. Fue pasada las 13.00 horas que llegué, y tarde, casi olvidando el tiempo que me demoro en metro hasta allá. Pero allí estaban, sus cuatro integrantes, en plena plaza de la ciudad, días previos a lo que sería su show en Concepción, posterior al lanzamiento en Santiago y el debut en Buenos Aires. Parece perfecto, ¿no?. Lanzar tu disco en tres de las ciudades más importantes para la escena del rock en Latinoamérica. 

Y aquí estoy. Es diciembre y recién estoy escribiendo este texto. Más de 60 días después, descongelando un audio, que rebota en mí como un ejercicio de memoria. Un ejercicio de una entrevista predicha con tiempo, planificada y con objetivos concretos: Difundir el lanzamiento en vivo de su segundo LP en Valparaíso. El que nunca ocurrió.

Hace rato veníamos hablando de ellos, con un nuevo trabajo que ya generaba expectativas, tras el homónimo presentado el 2017, con su ya característica psicodelia y viajes progresivos. Aún así, poco y nada sabíamos nosotras de su origen y del camino transitado hace más de 9 años por esta banda. Fue así como me puse a conversar con sus integrantes: Javier Gahona, voz; Andrés Sánchez, teclados; Cristóbal Ulloa, bajo; y Jorge Rubio, batería. 

Fotografía: Josefa Rauld

Travis Moreno nace el 2010 como tal, pero es recién desde el 2011 que señalan vale la pena hacer seguimiento a su trabajo. Así lo sienten, ya que para ese año marcan como hito una presentación en agosto en el extinto Sanfrik, festival alternativo y autogestionado, realizado en medio de una toma, en la FAU de la U. de Chile. Allí compartieron escenario con Silvio Paredes (Electrodomésticos), como dato.  

Desde entonces, pueden decir partió su trabajo. “Después de eso, fueron dos años de componer canciones y esas cosas. Intentamos grabar un par de veces un disco, pero las dos veces que lo intentamos -con los instrumentos y las voces-, al sonidista una vez se le rompió el disco duro, y la otra vez se le perdió la hueá”. Las canciones que estarían en ese trabajo serían “Sí”, del Odu Mod Neurt Se (2014), y “Dos”, del Homónimo (2017), entre otras. Aún así, ya empiezan a encaminar el primer EP con algunos cambios: la salida de su bajista y baterista. 

–Después de esos cambios importantes, ¿qué es lo que gatilla las ganas de seguir desde una vereda más “profesional”?, incluso.

Javier Gahona: Si nos ponemos a pensar bien, hay caleta de hitos que pasaron y que pudieron haber sido motivo para no seguir. No queríamos que eso pasara, queríamos seguir avanzando.

Andrés Sánchez: Quizás hasta ahí aún lo tomábamos todo en broma. Éramos un grupo de amigos haciendo música. Cuando después lanzamos el disco, en Valpo y en otros lados, nos empezamos a tomar las cosas más en serio. Y ahí tuvimos problemas con dos integrantes, que no se lo tomaban tan en serio. Empezaron los desajustes, hasta que entró Jorge, el 2015 parece, ¿o al final? 

JG: Cuando Jorge entra, teníamos la presión de tocar en Woodstaco.

– ¿Estaban confirmados ya?

AS: Estábamos confirmados y habíamos echado al baterista.

Jorge Rubio: Tuve un noviembre y diciembre ensayando y tocando harto. 

AS: Inventamos tocatas, incluso, para que Jorge se soltara. Tuvimos una en la Maison Doree, en Valparaíso, en diciembre, para que Jorge tuviera una especie de debut y no llegara con tanta presión a Woodstaco. Imagínate que fuese su primera tocata allá, po. Ahora Jorge es más grande, en ese tiempo era más niño y tenía 19 años.

Cuando la guitarra ya no es opción

De ahí en adelante, los desajustes no pararían. Abandonar una de las normas “estrictas” que pareciese establecer el rock (guitarra, bajo y batería, como clásico), aunque sí, hay una serie de bandas que podríamos nombrar que no usan guitarra, pero digamos que aún esta idea forma parte del modo estricto de entender este estilo, es que sabemos que las formas en las que se puede adoptar el rock son mucho más variadas. Y es tras la presentación en Woodstaco, que Travis Moreno queda sin guitarrista. Así lo cuentan. 

– ¿En qué momento dejan de prescindir de la guitarra?

AS: Finalmente, el día anterior de no contar con el guitarrista (había sido padre), dijimos: “¿Qué hacemos?” Y la respuesta fue: “Toquemos así nomás la hueá, los cuatro”, y no sé po. Me acuerdo que en ese tiempo con el Felipe [Felipe Ayala, ex bajista de Travis Moreno], dijimos: “Ya, desde ahora nos ponemos más locos, con más efectos”. Al final la gente del público igual nos decía que sonaba bacán así. 

JG: A raíz de algunas tocatas sin guitarra, nos dimos cuenta que podíamos intentarlo así. Al final, es más fácil juntar a cuatro que a cinco (risas). Entonces, cuando dejamos de tocar con guitarra, nos prometimos hacer esto lo más serio posible.

La exploración sonora entonces se intensifica, dejando de lado el rol secundario que, muchas veces, tiene el bajo en el rock. Pasar a hacer de este instrumento un elemento central, con una propuesta más definida, que vaya marcando la pauta y resaltando, fue lo que empezaron a poner en escena. El ruido, el delay y la distorsión, pasarían a ocupar un rol fundamental desde entonces. Pero los cambios no terminarían allí. Tras el lanzamiento de su disco, Felipe Ayala, bajista, dejaría la banda. Para ese entonces, quien se llevaría cuánta fecha posterior de promoción del disco, durante 2017 y 2018, sería Cristóbal Ulloa, quien actualmente está a cargo. 

– ¿Tu incorporación fue muy compleja? Entendiendo que te tenías que acomodar a quien había sido parte de la composición del Homónimo

Cristóbal Ulloa: Yo creo que lo que más me complicó fue el tema de aprender un instrumento nuevo, porque no sabía tocar bajo. Yo toco guitarra. El tema de los efectos, no fue tan difícil, porque yo igual soy un poco maniático con el tema del sonido y también con los efectos. Entonces, cuando escuché el disco, y cuando lo escuché en vivo, ya sabía más o menos cómo funcionaba ahí el tema.

– ¿Cómo? ¿No sabías tocar bajo? ¿Por qué deciden buscar a un guitarrista en vez de un bajista?… Terminan buscando a alguien que no sabía tocar bajo.

JG: Lo que pasa es que a este hueón le gusta mucho la música. Tiene tiempo libre y es ñoño. No dudábamos que se iba a quedar por ganas, porque, no sé po, de verdad agarró el bajo y empezó a practicar al tiro. Nunca dudamos de sus capacidades y menos de su entrega. Fue una buena apuesta.

La llegada de Cristóbal consolidaría la formación tal cual la conocemos hasta ahora. Al mismo tiempo, surgirían una serie de presentaciones a raíz de la buena recepción de su disco. “Fue un semestre fino, casi aristocrático (risas). Nos empezaron a llamar para invitarnos a tocar, y tocar con más condiciones” mencionan.

Holograma

Con una agenda completa –y muy diversa–, en parte gracias al trabajo desarrollado en el Homónimo, es que inician desde cero el trabajo creativo del que hoy conocemos como su última producción. Salvo por una canción –“Otra nube”, que incluso iba a ser integrada en la producción anterior-, este disco simboliza la horizontalidad, la creación colectiva y la obsesión de quienes hoy conforman Travis Moreno. Cristóbal, su bajista, toma el mando del diseño sonoro y la mezcla de este trabajo.

– A diferencia del anterior, Holograma es mucho más sucio, con mucho ruido, ¿Fue una decisión de ustedes eso?

AS: En el Homónimo trabajamos en CHT, un estudio que igual tiene como su reputación y sello bien puesto, pero con sus parámetros. Esta vez fue trabajar con los parámetros de nosotros mismos, y de Cristóbal en verdad, que era el que estaba mezclando todo el rato. 

JG: Cristóbal es un chancho en verdad, porque toca metal.

AS: Él tiene esa obsesión más con el ruido. Yo igual lo acompañé como el 60% de las sesiones de mezcla. Estuvimos como cien veces probando todo. Y ponte tú una noche le poníamos más delay, y al otro día era como: “¿Qué hueá hicimos?” Y devolvíamos todo.

Pero si algo resonaba en esta decisión, era la cantidad de veces que les mencionaron cómo sus presentaciones en vivo se “comían” sus trabajos de estudio. Por lo que hacer de este segundo LP algo más representativo de lo que son en escena, era el desafío, y parecía ser que elementos como el ruido y la locura eran fundamentales. Andrés Sánchez pone el foco en este lineamiento: “Las composiciones en sí son más ruidosas. La batería y el teclado están en general tocando mucho más acelerado que en el disco anterior, como con mucho más fuerza. La voz está con el delay. Ya eso le da otro toque”.

Este proceso de 7 meses, con pérdida de pistas entremedio -nuevamente-, viene a cerrar un concepto mucho más teatral y estético. Se trata de una propuesta sonora que se permea del arte de Constanza Sánchez, pensado casi de manera global, no sólo para el disco, sino también para las presentaciones en vivo.

–Y ustedes, ¿qué esperan del trabajo que hicieron? ¿qué se les viene?

CU: Queremos dejar la cagá.

JR: Ojalá que salgan las tocatas más bacanes de la vida.

AS: Que se vengan buenas convocatorias y que la gente nos empiece a escuchar más con Holograma. Y ya estamos expectantes por lo que suceda en Valparaíso.

La fecha en la ciudad estaba fijada para el 31 de octubre, junto a los Maloelacaeza, en el Teatro de la Ex Cárcel.