Con la fecha realizada en el Marga Marga, culminó su paso por Latinoamérica, que lo llevó a presentarse en Sao Paulo, Buenos Aires, Santiago y la región de Valparaíso.
Por Tania López Gallardo
La cita estaba fijada. Fue a mediados de marzo que fue anunciada la visita del destacado pianista armenio en el país. Sólo bastaron pocos días para que la actual figura de la escena neoyorquina del jazz, anunciara su segunda fecha en Chile, nada menos que en la comuna de Quilpué. Y es que si hay algo que ha destacado de la capital provincial, es cómo ha cultivado su vínculo con la música y los sonidos que allí emergen, integrando en ese ejercicio el desarrollo de una vanguardia situada, de la mano de la gestión cultural. En este caso, de Trotamundos Terraza.
Bajo la producción de Santiago Fusión -un articulador clave de la curatoría musical en el país-, Tigran Hamaysan congregaba para ese jueves 25 de mayo a cientos de personas en el Patio de las Estrellas. La cita estaba fijada para las 20.15 horas, pero con el sorpresivo inicio del artista local ROCO, proyecto personal del también pianista y director musical de IVN, grupo que jazz chileno contemporáneo, que transita entre la electrónica y el rock. Y bajo esa misma influencia, y la mixtura propia de la herencia latinoamericana, presentó parte de sus composiciones en la jornada, bajo la mirada de un público atento a ello.
Sin esperar tanto más, con sólo 9 minutos de retraso, se anunciaba su llegada implícita a través del cambio en la tonalidad de las luces, y haciendo de ellas un efecto aún más tenues. Así se daba paso a la atmósfera de Tigran. Un inicio con una introducción extendida de «Levitation 21» -canción que abre los fuegos en The Call Within (2020)- y que desafió, en sus primeros minutos, a convivir entre el choque de botellas, los hielos, y los sonidos del exterior. Pero poco bastó para olvidar ello, entre los quiebres que aporta el músico, que transitan entre lo solemne y agresivo en cada una de las notas.
Así se iniciaba esta experiencia de escucha, bajo la guía de Marc Karapetain, bajista; y Arthur Hnatek, baterista; músicos con los que conforma este trío de jazz fusión contemporáneo, y con quienes ejecutó este constante vaivén de progresiones. Este rito fue conducido a un momento aún más ceremonial, con «Old Maps», poniendo en escena la profusa obra e influencias del artista, el trabajo de investigación en torno a la tradición musical armenia y una narrativa que fue sumando voz a este constante viaje dualista, de pasado/presente, solemne/adrenalinico y tanto más. Y no se trata de una ejemplificación reduccionista, sino más bien del reflejo de la ruptura sonora en este relato.
Este repaso por su disco liberado el 2020 -que era lo que convocaba a la cita-, fue complementado por algunas composiciones de su último disco StandArt (2022), así como también clásicos del Mockroot (2015), elogiado álbum que mantuvo al público expectante, por ejemplo, ante «Entertain Me», dotando así a esta contenida burbuja de Trotamundos, en una multiplicidad de mapas, de referencias sonoras, geográficas, poéticas, cinematográficas y tanto más.
Una secuencia de entrada y salida, con la despedida de los músicos y la eufórica recepción del público de la región de Valparaíso, que tenían al autor de «Lilac», en este tira y afloja con el cierre de su show, apareciendo y saliendo en más de dos oportunidades en escena. Y es que entre el vitoreo y la interpretación vocal del público, casi como un juego con cada una de las notas, dejó espacio también para la presentación estelar de cada uno de los músicos, entre la inmensidad de momentos que fueron armando esta narrativa.
Y claro, sumergirnos en esta historia, de tránsitos musicales, nos lleva a la ruptura, de abandonar el estado absorto ante tanto estímulo sonoro, sumándose así a los instantes surreales que quedan para contar.
Fotografías cedidas por Santiago Fusión, de @__tenca__.