El desafío transformador de Música Ensamble: Entrevista a Jeca Lehner
«#Inclúyete» es el nombre de la campaña que inició esta iniciativa oriunda de Quillota para conseguir financiamiento. Desde Niña Provincia, quisimos conocer más de su labor y el camino recorrido desde el 2010 a la fecha.
Conversamos con la directora de este proyecto, en una nueva entrevista de nuestra web.
Por Tania López Gallardo
Fue hace algunas semanas que el grupo multidisciplinario de Quillota inició una campaña a través de redes en búsqueda de socios que deseen contribuir en el desarrollo de este proyecto cultural que releva a la música como una herramienta de transformación social y comunitaria. Integrada por jóvenes de la comuna, este espacio busca llevar adelante la «inclusión real», para desde ahí relevar talentos «por sobre la discapacidad motora, intelectual o sensorial», como indican desde su comunicado.
Conformado por un equipo de nueve personas, entre músicos, educadores, trabajadora social, psicóloga, entre otros, Música Ensamble ha levantado una propuesta revolucionaria y sostenible en el tiempo desde la convicción de sus integrantes, apostando por el fomento de la «igualdad de oportunidades, enfoque de derechos, corresponsabilidad, acceso a la vida independiente, visibilización y participación social». En tanto, teclados, guitarra, metalófono, entre otros, son algunos de los instrumentos ejecutados por los y las jóvenes participantes de este espacio.
Este proyecto, que se inicia el 2010 a raíz de una iniciativa escolar, muta a lo que conocemos actualmente como Música Ensamble, involucrando a otros agentes culturales y redes de apoyo para su ejecución. Sobre ello, Jéssica Báez Lehner (Jeca Lehner), música autodidacta y directora de esta iniciativa, cuenta a Niña Provincia sobre los primeros pasos que tuvo de adquirir desde la docencia: «empecé a buscar desesperadamente de qué manera abordar ese desafío y ahí me encontré con el método “Música en colores” (donde la imaginación es color y el color es sonido), que no sabía que existía, que es un método chileno, de Estela Cabezas, pianista, que lo hizo en los años 60 y fui a capacitarme». Tras cuatro meses de trabajo, comienzan vislumbrar los primeros resultados del inicio de este proceso, para dar paso a algunos de los hitos que vendrían a reafirmar la labor que, hasta la fecha, continúan desarrollando.
«La práctica musical como experiencia de transformación social»
Lo generado desde las aulas, comienza a ser amplificado tras una serie de invitaciones a eventos locales. Así, surgiría un primer acercamiento a los escenarios tras la participación de Música Ensamble en la plaza de Quillota, en el marco de actividades en torno a la diversidad. «Fuimos como 25 niños del colegio ese día… y tocaron con una pasión, que eso se traspasó a la gente, que estaba súper emocionada escuchando esto. Y pasó que ahí los chiquillos le tomaron el gustito al escenario. Entonces ahí fue que comenzamos a visibilizar lo que estábamos haciendo, pero no desde su discapacidad, sino de las habilidades que estaban aprendiendo. Para mí ese hito es súper importante», indica Jéssica Báez.
A tres años de ese suceso, se sumaría la invitación para tocar junto a Los Jaivas, también en un contexto local, donde acompañarían musicalmente a la banda en uno de sus temas ícono: «Mira niñita». Esta presentación a estadio lleno, les permitiría vincularse en escena con músicos de renombre, dando muestras de cómo el lenguaje musical posibilita la relación con un otro, en un entorno artístico cultural y social.
Esta seguidilla de hechos, daría cuenta el 2019 del posicionamiento de este proyecto, año en el que concretarían una serie de conciertos y presentaciones en vivo, la mayoría de éstos de la mano de invitaciones de organizaciones culturales. Pero es previo a la revuelta social, el 4 de octubre, que Música Ensamble realizaría un evento bajo el nombre de Viaje por una Ilusión junto al destacado bajista y compositor chileno Jorge Campos (Fulano, Congreso, Santiago del Nuevo Extremo), frente a más de 300 personas. «Ese día nos dimos cuenta un poco del sello al proyecto y trabajo que hacemos, un trabajo inclusivo, un trabajo artístico musical que no es para personas con discapacidad, sino que por esas casualidades de la vida, algunos de sus integrantes si tienen algún grado de discapacidad, pero no es lo que prima en nuestra motivación para trabajar».
– ¿Cómo describirías el vínculo humano y territorial con las redes de apoyo de quienes participan? sus familias, por ejemplo.
Jéssica: Lo hemos conversado harto. Se ha generado sentido de pertenencia en los chiquillos y chiquillas del grupo, en la sensación de que somos una familia. La familia aquí tiene un rol importante en la motivación de cada uno de ellos (…) Finalmente, lo que buscamos también es que a partir de ese vínculo podamos continuar desarrollando ese sentido de pertenencia y la co-responsabilidad con nuestro bienestar que cada uno de ellos sepan que si les encantan el escenario y los aplausos, que también ello necesita de horas de ensayo, acarrear instrumentos, levantarse temprano e implica que me voy a tener que enfrentar a la frustración de que no siempre funcionan las cosas, pero debo ser capaz de sobrellevar esos temas si es que quiero dedicarme a esto. Este proceso también lo vemos como una posibilidad a futuro de inserción laboral pa los chiquillos, donde la música también pueda ser mirada como una fuente laboral.
De esta manera, y enfrentándose a una serie de realidades, tanto contextuales como de quienes integran este proyecto, el equipo que impulsa esta iniciativa también ha cobrado un rol fundamental desde el acompañamiento y la contención emocional hacia sus integrantes. «Como esto va creciendo, también se va haciendo más complejo, pero sin dudas se va enriqueciendo. De esta experiencia, hemos tenido muchas inquietudes del por qué no abrirlo a otras personas y jóvenes, y nos hace total sentido de que se pueda replicar. Sabemos que esto rompe el paradigma, y nos estamos haciendo cargo de nuestro bienestar social también».
Sostenibilidad desde la autogestión
Facilitar las herramientas que otorgan las artes para que los y las integrantes de Música Ensamble se puedan desarrollar de manera integral en su cotidiano, se ha logrado en base a un trabajo colaborativo e inclusivo, poniendo al servicio de este proyecto las diversas redes de apoyo del equipo, como también de los círculos afectivos del mismo ensamble. Esto, les ha permitido trabajar desde la vereda de la independencia, pero también ha traído consigo el administrar y gestionar sus propios recursos.
– En lo concreto, hasta ahora, ¿el financiamiento sólo ha sido a través de la autogestión? ¿cómo ha resultado trabajar desde esa vereda?
– Jéssica: Ha sido duro, pero a la vez, este trayecto autogestionado ha tenido muchísimo amor y entrega por parte de las personas que se van sumando, partiendo por la familia y nosotros como equipo de trabajo. Ya somos nueve personas las que son parte de este proyecto, como equipo, donde ninguno de nosotros tenemos un sueldo, donde a veces ponemos plata de nuestros propios bolsillos para hacer algunos proyectos con los chiquillos. Ha sido duro, pero con mucho crecimiento por delante.
Para continuar potenciando la formación integral de personas, el equipo de esta iniciativa ha ideado la campaña en búsqueda de socios/as #Inclúyete y que tiene que ver precisamente con «las formas de cambiar las cosas, para que se incorporen a esta experiencia de innovación y se sumen a ser parte de la transformación de sus propios entornos y luego de la sociedad», comenta la directora de este proyecto.
Si quieres conocer más de todo el trabajo que desarrolla Música Ensamble desde Quillota, te invitamos a visitar su sitio web, donde encontrarás todas las indicaciones para ser socio/socia de este proyecto.