El eco tras la acción artística «Dime lo que es ser de aquí»

La mar que contiene y articula la memoria. En Niña Provincia nos atrevimos a escribir este texto colaborativo, poniendo al frente las reflexiones que nos dejó este registro que tuvo como escenario a Valparaíso.

Una invitación a concebir nuestra historia colectiva. 

Por Paula Castillo M. y Tania López G.

«Desnudo mar, sediento mar de mares,
hondo de estrellas si de espumas alto,
prófugo blanco de prisión marina
que en estelares límites revienta,

¿qué memorias, qué rocas, yelos, islas,
informe confusión de aguas y nada,
qué mares, encendidos prisioneros,
dentro de ti, bajo tu pecho, cantan?».

Extracto de «Mar por la tarde», de Octavio Paz.




 

“Este registro nace de la urgencia de navegar estas aguas, de anclarnos en la memoria con el deseo de pedir y anunciar un rescate que nos permita tejer estos puntos de manera comunitaria, sensible y consciente». De esta manera, a través de las redes se anunciaba la acción artística que convocó, en la bahía de Valparaíso, al colectivo local Pésimo Servicio, el proyecto editorial Mercvria, la productora La Fuente, y el reconocido músico Nicolas Jaar, junto a la colaboración de Irreverente FR, Tsonami Arte Sonoro y BoykotFilma. Todo ello, en el marco del cierre de RED. 3er Encuentro de Festivales de Cine de Chile.

Mediante gráficas y texturas acuosas que se diluyen, se inicia esta intervención registrada en formato audiovisual, que se extiende por más de 15 minutos. Así parten las constantes interpelaciones y preguntas abiertas. Nos situamos en un lugar icónico de Valparaíso, a través de la imagen y, cómo no, del caos sonoro. La ex–Caleta Sudamericana –hoy Muelle Prat– como protagonista inicial de este viaje. Allí nos embarcamos, con el sonido como catalizador de la creación, entre la vibra del mar, el graznido de las gaviotas y el motor y cadenas de la embarcación.

«Todo aquello que se quiso hacer desaparecer, en profundidad y en superficie, hoy reflota en nuestra memoria», se explicita al inicio de la acción, y se activa como alerta previa camino mar adentro, mediante la sutileza compositiva del entorno sonoro. Allí, el protagonismo de la mar, desde lo físico y espiritual, se entiende como el elemento vital capaz de gatillar la cooperación y, a la vez, los conflictos.

“Hay agua en el pozo. También hay armas, restos de guerra”, resuena en el primer canto profundo de este registro. «¿Qué pasó aquí? ¿qué vamos a hacer?», continúa con Nicolás Jaar y su primera intervención, a través de «Cangilón». Nuevamente aparece la textura sonora y visual del mar.

La voz de Jaar emerge entre reverberaciones y un teclado que se asoma entre una tenue pero estruendosa pista, como ilusión de las profundidades y su oscuridad. Es el ejercicio retórico de ilustrar las dicotomías asociadas a nuestra mar; a esa con la que disolvieron sangre inocente, y a esa que se ofrece al misterio y la humanidad de un presente que llega con preguntas para poder ofrendar sus enseñanzas.

¿Dónde están? Entre barras de metal. Rieles. Cadenas. Piedras. Sólidos que caen y resuenan en el mar. Elementos que le continúan como eco en el imaginario, y que se extienden a la congoja de Jaar, que entre percusiones, sonidos artefactos y loops acompañantes, levantan su canto, una recitación del pasado vívido, rígido, uno que no se puede sacar. Es el segundo corte musical de la acción: «Piedras».

Se trata del destino de los detenidos desaparecidos en Chile. ¿Dónde están los cuerpos de quienes fueron asesinados por la dictadura de Pinochet? ¿Dónde están los cuerpos exhaustos anclados en la profundidad del Mediterráneo? ¿Por qué el agua es un obstáculo para la paz? Travesía desesperada. Pactos de silencio. El agua en la memoria.

Con la bahía de Valparaíso como escenario, poco a poco va apareciendo la presencia iluminada de los cerros. El tránsito de la tarde, el atardecer y la llegada de la noche, avanzan con el ritmo y la progresión de imágenes, donde las visuales sobre la embarcación -registradas desde una a otra- comienzan a tomar mayor protagonismo.

Las palabras se mueven, desvanecen, cortan y desarman, con la proyección final de “Dime lo que es ser de aquí”. «Si está escrito en los muros / No está escrito en papel», entona Nicolás Jaar con «Aquí», en el jolgorio de una pieza que suena a todo, entre bajos, percusiones, teclados y perillas; acompañada de un estribillo repetitivo y un baile imaginario. Es él, desde allá, en la costa este de Estados Unidos, que le pregunta a tu yo –y a su yo–, la idea del sentirse representado en la distancia material, pero sin brechas intangibles; convencido a través del relato del pertenecer, para reconocerse en su linaje y encontrarse con sus pares del aquí, ese territorio físico que representa Valparaíso.

Este es un llamado a entender nuestra historia personal para situarnos en lo colectivo, para “tejer estos puntos de manera comunitaria, sensible y consciente”, con la mar como metáfora de esta acción artística colectiva.

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Imagen portada: captura de «Dime lo que es ser de aquí»