
Día de la Música Chilena: La bienvenida a octubre con el retorno a los escenarios
Después de largos meses, los eventos presenciales y la música en vivo reaparecen en el horizonte.
Como cada 4 de octubre -desde el 2015- celebramos el Día de la Música Chilena con diversas actividades conmemorativas propias de esta fecha, donde nos volcamos a ensalzar la trascendencia de una de las artistas más relevantes de Latinoamérica. La figura de la cantautora, escritora y artista visual Violeta Parra no deja de inspirar a diversas generaciones que toman la bandera de quien se dedicó a recolectar historias desde la pasión y sentir.
En torno a este año, el pesar se ha dejado sentir. La reciente partida de Patricio Manns el 25 de septiembre, y anteriormente, la de Cristián Cuturrufo el 19 de marzo, agudizan el duelo de un rubro golpeado transversalmente en sus distintos frentes.
Una celebración a Violeta que, además, cobra particularmente ribetes distintos en esta oportunidad, pues tras largos meses bajo Estado de Catástrofe a raíz del COVID-19, por primera vez se comienza a vislumbrar el real retorno a los escenarios. Un primer acercamiento nostálgico y paulatino a lo que conocemos como shows en vivo. Con eso, esta fecha contemplará abundancia en homenajes presenciales y digitales, así como una agenda contextualizada en reunir a artistas, gestores, locatarios y productores con su público.
«Esta vuelta se ha convertido en una oportunidad del contacto, que tanto nos hace falta. El trabajo hacia el público es lo que nos alimenta el alma, el que inspira nuestras canciones», nos contaba la artista Kennya durante el fin de semana, quien llevó a cabo su primer evento en vivo junto a público. Y es que esta esperanzadora, pero sospechosa «vuelta a la normalidad» post vacuna –porque sí, el virus continuará– no dejará atrás oscuros periodos donde se acentuó la precariedad de las y los artistas y el rubro vinculado a las culturas y las artes.
Dejando al desnudo el débil escenario de la mal llamada «industria cultural», junto a la nula existencia de condiciones laborales al día –lo que incluye contratos, seguros de cesantía, derecho a salud, pensiones básicas dignas, etc.–, puso en tensión al medio artístico ante una situación que solo profundizó la desprotección del Estado Chileno hacia las y los trabajadores de la música, además del desinterés de los privados ante estas acciones.
Son múltiples los afectados, más allá de la y los creadores, aún más invisibles ante los ojos de la opinión pública. Es decir, de aquellos que trabajan detrás de escena. Y tal como pronosticaban expertas y expertos en la materia, esta recuperación no será inmediata. Si bien hoy asoman aires esperanzadores sobre la vuelta a los escenarios, con una organización activa y, por sobre todo, autogestionada de sus protagonistas, no basta con confiarse en un retorno de aforos, medidas y reminiscencias de rutinas de trabajo pre-pandémicas, las cuales subyacen a la fragilidad de un sistema que no opera ante la emergencia. Y que sigue rondando en la incertidumbre de los tiempos venideros.
Pese a que el rubro de las artes se ha visto fuertemente perjudicado, con costos que están a la vista, la actitud resiliente de seguir resistiendo frente a los embates que arrastra el sistema neoliberal, son evidentes, dando aliento y esperanza a quienes hoy se levantan con nuevos formatos y propuestas artísticas. Estas últimas semanas esta situación ha quedado en evidencia con innumerables iniciativas que vuelven a tomarse los espacios, tanto públicos como privados.