El rock’n roll y jazz fusión marcan el debut del quinteto porteño.
El inquieto alarido del pinganilla subversivo es el nombre del primer epé de Chicanota, agrupación oriunda de Valparaíso/Viña del Mar, que aúna sonidos psicodélicos e interpretaciones cercanas al Gypsy Jazz. Nicolás Martínez, en voz y guitarra; Sergio Cortés, en bajo; Matías Hernández, en batería; Felipe Jerez en teclado y melódica; y David Pohl, en saxo alto; son quienes conforman esta agrupación que viene trabajando desde noviembre de 2018 en su música.
Fue durante mayo del año pasado que comenzamos hablamos de su debut en plataformas digitales, tras el lanzamiento del single «Perro muerto» -que también forma parte de su actual estreno- y que ya esbozaba su búsqueda creativa. Para ese entonces, contaban a Niña Provincia sobre la inspiración lírica de su trabajo, que exploraba historias del cotidiano con tintes de crítica social, además de poner en los sonidos y el relato su evidente referencia a las calles del puerto: «Valparaíso tiene una esencia que se refleja en la música que estamos haciendo, y que es como la mezcla», señalaba su vocalista en ese entonces.
Tras ese lanzamiento, hoy suman cinco nuevos tracks en su EP, que fue registrado en Estudio La Grabadora 710 en la ciudad de Quilpué. Un proceso que la misma banda describe como «único, caótico y de soluciones que fueron planteándose sobre la marcha, pero por sobre todo con gran humor, debito al grato ambiente que hemos generado con el equipo en el estudio», indica sus integrantes.
Fue en dicho espacio que trabajaron de la mano con Rodrigo Matus, quien ofició como productor musical del proyecto, mientras que Alejandro Villarroel estuvo desempeñándose como ingeniero en sonido; y Manuel Labra quien «propulsó el proyecto desde sus inicios en el sello La Peor Generación«.
Materializar en su propuesta musical el sonido e identidad porteña fue su objetivo, instalando en sus relatos e imaginarios la diversidad de texturas que ofrece Valparaíso, mezclando géneros como el rock, el jazz y el blues. De esta manera, El inquieto alarido del pinganilla subversivo se manifiesta como un «alarido rebelde que se gesta en las escaleras, cunetas y recovecos de este gran disparate, que hace visible la cotidianidad, los mensajes y problemas sociales, la decadencia, la bohemia y su poesía», cuentan sus integrantes.
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