La agrupación de Barrio Puerto fue la responsable de abrir el último día de festival, llevando toda su vibra subterránea a un espectro masivo, de rock escaso, pero repercusivo en su intento. Así lo vivimos.
El sol pegaba fuerte y no parecía que hubiera llovido la noche anterior. Casi puntual en la hora, como bien transcurrió todo el itinerario de Lollapalooza –en su novena edición–, el trío de Valparaíso salía a escena en una alta misión: abrir el tercer y último día del megafestival capitalino a las 12.30 de la tarde, desde uno de los escenarios principales –de un total de 7–, el Banco de Chile Stage.
Y lo hacían con un espectro de público menor, pero el más motivado y madrugador. Allí estaban sus seguidores y los que llegaron para hacer guardia hasta el headliner de la noche. También muchos apañadores de la música nacional y otros tantos curiosos que deambulaban por el parque.
Jurel Sónico (voz y guitarras), Naty Lane (bajo) y Gabriel “Lele” Holzapfel (batería) toman posición rápidamente para abrir con una de sus populares, “Columpio”, del aclamado Paraíso (2017). Un sonido sucio, pero a la vez, mero característico de sus producciones, se deja sentir. Aunque sí, a veces el alto volumen del bajo complica a la guitarra del vocalista. Lele, por su parte, sorprende con un elemento añadido a sus tambores: una olla.
“Holograma” y “Colgar del Suelo”, ambas del Madre Culebra (2015), continúan en la lista. Los aullidos de Naty le siguen a la histeria con que canta Sónico. La paranoia también es sonora, y se acompaña de visuales distorsionadas, análogas y con mucho ruido blanco, las que se vislumbran a lo largo de toda la presentación.
El setlist sigue corriendo y suena su reciente single, “Fantasma”, adelanto de lo que será su cuarto disco. A continuación retroceden hasta el 2014, y un recuerdo de sus andanzas con Monolito, “Espirales”, cuando en aquella época, aspirar a un festival era una meta lejana y muy a largo plazo para los porteños. Jurel se comunica con Naty respecto a su bajo, y le hace el gesto del cuello cortado –pero en buena–. También quiebra el hielo e interactúa con el público. Habla del nuevo disco y pide que sigan a la banda en redes, todo en pocas palabras. Se vislumbra un poco incómodo –quizás– o simplemente concentrado.
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No cabe dudas ante la hermandad y sincronía musical de Jurel y Naty. Lo demuestran con su performance durante “Cerbatana” y su cruce de cuerdas. Ambos se acercan a un implacable Lele, quien se luce con su olla, y ese ruido metálico que emite. Los riffs veloces y sucios resultan casi entrañables en un festival como éste. De las añoranzas del sonido subterráneo de Seattle, de las tocatas en Barrio Puerto. Es la paradoja del rock, desde lo subalterno, hasta las masas.
Y si se trata de ser subalternos, qué mejor que aprovechar esta vitrina mainstream para divulgar una buena causa política. O dos. El baterista toma la palabra y se refiere a los polémicos medidores digitales y a la marcha en contra de las AFP, que transcurría durante ese mismo momento, en el centro de la capital. Holzapfel espera que haya convocado más gente que Lollapalooza. A la iniciativa le dedica una canción: “Creofalso”.
Pero el momento de protesta se transforma rápidamente. Tal como lo habían adelantado en sus redes sociales, algo estaban tramando para este día a la par con Chini Ayarza, líder de Chini and the Technicians. La artista es invitada al escenario y toma su posición al medio. Cantan un tema inédito para el nuevo disco. Ella porta un pañuelo verde en su cuello. La protesta es silenciosa.
Se puede matar sin dañar / Nada por dentro, nada por fuera.
Ya se acercan los tres cuartos de hora estipulados, y Jurel juega con su pedalera, al estilo shoegaze. El último tema es de los viejos queridos: “Frutos de Otoño”. Chini suena a dueto con el vocalista y ocupa un pandero. Ella, como una integrante más, en una banda que bien se luce en esta faceta paritaria. Las dificultades técnicas iniciales, esas que suelen ocurrir en estos tipos de escenarios, han sido superadas –sino, pregúntenle a Lenny Kravitz– y las lecciones quedan para una próxima oportunidad.
El final es raudo, con Jurel rasgando en el suelo y Lele terminando con la olla. La líder de los Technicians da las gracias, a nombre de todos. Pero el batero no se va antes sin tirar unas latas de cerveza al público. Salud por ello, y para que sea por mucho más Adelaida.
Adelaida @ Lollapaloza Chile, Santiago – 31 de marzo de 2019
Columpio
Holograma
Colgar del suelo
Metamorfosis
Fantasma
Espirales
Huracán
Cerbatana
Cienfuegos
Creofalso
Canción nueva (feat. Chini Ayarza)
Frutos de otoño (feat. Chini Ayarza)